28 de diciembre de 2009

El límite ...

El vacío nacía de aquel sentimiento de distancia de los otros que la había marcado desde siempre. La condenaba todo lo vivido. La huella de aquel dolor, lo llevaba en la piel. Pasado lacrado en mente, alma y cuerpo. Una memoria prodigiosa que le impedía despegar, olvidar, sepultar aquella historia, su historia, y empezar de cero como una página en blanco que intenta escribirse. Sin resabios, ni viejas angustias, ni pensamientos abarrotados que arremetían sin cesar.
¿Es que acaso no podría superar nunca la distancia de él?. Habían funcionado así, uno orbitando al lado del otro, y esta lejanía autoimpuesta comenzaba a asfixiarla.
La luz de las velas, la chimenea, el atardecer compartido habían sido los últimos testigos de tanto amor. Casi a modo de ritual pasar por la casa que compartieron. Ignoraba si tendría las fuerzas, el coraje. Pero mucho más la lastimaba el eterno vacilar.
Una caminata que lograse descomprimir y marcar su número, temblar, que el aire falte y sentirte ...
Escuchar tu llanto de emoción que no cesaba. Y hoy saber que sigo siendo tu luz, tu sol, tu amor, tu vida. Darnos cuenta que puede pasar el tiempo que sea, vivir lo que cada uno elige (o puede) vivir, sobrevivir. Y un juego macabro el que nos mantiene separados.
Porque es escucharte y que vuelva a cobrar sentido todo. Que no nos tengamos que explicar nada. Que todo lo sepamos, lo intuyamos. Que la vida merezca ser vivida por la sola esperanza de que nos vuelva a unir. Tomar conciencia de la cantidad de botes encallados que se intentaron remar en pos de la salida, de la huída. Y la cantidad de caídas, que dolieron y duelen. Y es escucharte y descubrirme, y que me recuerdes quien era yo. Demostrame que se puede, que aparte de tanta burla algo nos tendrá deparado el destino. Ya no más. Ya basta. Un camino que carece de rumbo. Un permanente subsistir.
De diversidades, satélites, recuerdos, sabores, e ilusiones naranjas ...

23 de diciembre de 2009

Felicidades múltiples y repetidas

Encadenadamente y sin interrupción su celular, con el habitual nada agradable y poco estresante sonido, como la casi totalidad de la agenda telefónica del mismo, auguraba felicidades inminentes. El moderno y más que elocuente aparatito saludó en dos horas tal vez, a todos lo que no recordó hacerlo en un año, o quizás más ...
-Paz y prosperidad para el año que comienza.
-Que en el 2010 se cumplan todos tus deseos.
-Gracias y feliz navidad para todos.
Nada muy distinto había ocurrido con su correo electrónico, que con más criterio y objetividad evitaba el augurio enviándolo directamente y sin mayores disculpas al siempre venerado "spam".
Hubo un saludo en particular que le resultó aparte de sorprendente, sospechoso, sarcástico, ilógico...
Se habían conocido hace cinco años atrás, casi por azar.
Ella había puesto su departamento en venta acosada por las descontroladas fiestas de su vecino favorito, el de al lado. Sí, el mismo que no la dejó pegar un ojo por nueve meses y por el que casi "conoció" al elenco completo del plantel psiquiátrico de su medicina prepaga. Pero esa es otra historia, y no la de Alberto; el del mensaje, ¿inapropiado?, ¿atemporal?, o simplemente tan inesperado ...
El se fijó en ella desde el primer momento en que la vio (acudió a partir del aviso inmobiliario) no tardaron en congeniar, ni él en invitarla a compartir café, cena o algo similar. Sin embargo, y a pesar de que hasta ese momento los unía sólo eso, el día que ella eligió homenajearlo con una cena por su cumpleaños -se llevaban casi quince años- conoció delante suyo y por intermedio de uno de sus nuevos vecinos, al que consideró sería "el amor de su vida".
O sea, la escena fue más o menos así, pasado el par de horas del atípico cumpleaños, inminente y futuro novio invita a los presentes a retirarse ya que "los dueños de casa" deseaban descansar y así logra por vez primera quedarse a solas con ella (mano que pediría siete días más tarde), y expulsar de la casa al homenajeado.
Hoy no existen en la vida de ella ni el "ex no marido", días más tarde novio oficial, ni por supuesto el ex homenajeado.
El mensaje decía, "que pases la mejor de las navidades rodeada de tus seres más queridos", a lo que ella respondió: "gracias, es lindo saber de vos con tan espontáneo saludo, ¿o acaso mi número se chispoteó en alguna larga cadena navideña?", y decidió contarle brevemente que no se trataba del mejor año de su vida y ni siquiera vaticinaba cambios mágicos para el venidero, que "su ser más querido" ya no estaba...
Él tampoco dudó en contestar que por su parte tampoco pasaba el mejor momento de su vida, ambos padres con alhzeimer y un hermano más que ausente, eran motivos suficientes.
Coordinaron un futuro texto y/o llamado para las primeras semanas del nuevo año.
¿Pasarán acaso trescientos sesenta y cinco días más para un nuevo contacto? ¿o sin mascaras, disfraces ni protocolos podrán saludarse, verse las caras, charlar de antaño?

Nota al pie: ¿podríamos alguna vez ser auténticos, concretos, afectuosos, espontáneos, consecuentes, congruentes durante todo el año?

18 de diciembre de 2009

De verdades y de fines

Bueno, a algunos ya se los conté aquí.
Se trata de otra de las historias preparadas para mis "tardes de letras palermitanas" de los miércoles, para las que intuyo se avecinan cambios ;)
Hoy por hoy ¿nada se pierde todo se transforma?, ¿Nada permanece estático?.
Un beso a todos

De verdades y de fines

Bastó con un descuido de él. Un correo electrónico abierto sumado a la curiosidad de Leticia que le impidió retroceder, detenerse. Intuyó que ahí estaría la clave de todo. Pero jamás hubiese estado emocionalmente preparada para resistir tanto. El futuro volvía a ser un abismo.
Un día, a la hora de almuerzo, empezó a llorar. No le explicó la razón a nadie. Ni ella sabía por qué lloraba ...
Odiaba que la viesen vulnerable. Detestaba flaquear. Después de todo nadie en su entorno laboral gozaba de su entera confianza.
Santiago tenía treinta y ocho años. Cuando él nació, su hermana ya existía, y el núcleo familiar más cercano estaba constituído por “hermana, madre, abuela, tía y prima”. Sus padres estaban separados y a decir verdad tampoco lo unía a él una buena relación. Pero a pesar de que empezó a cansarse de vivir sólo entre mujeres. Mujeres, mujeres, mujeres, desde temprana edad también y sin intervalo, tuvo novia. De “profesión novio”, lo llamaban sus amigos. Ocho años compartió con la primera, seis con la segunda -su gran amor-, Leticia no lo ignoraba, pero llevaban más de tres años juntos. El psiconálisis en el que ella tanto había insistido, lo había ayudado mucho. Era más que seguro que ya había superado aquella ruptura ...
Ese mediodía entre lágrimas que intentaba ocultar, tácitamente y de improviso intuyó el fin. Días atrás habían mantenido una larga charla. Una de esas tantas que a menudo suelen tener y que no hacen más que confirmar la cantidad de puntos en común que los mantienen unidos. Cuando ella propuso aquel encuentro, él respondió que no podía. Y ella, que tenía que ser ya. La urgencia no solía caracterizar a Leticia. Su apariencia tranquila, su comunicación siempre clara y correcta ...
Pisaba firme en la vida, nada la detenía. Cualquier obstáculo era un desafío y siempre parecía tener el dominio de cualquier situación.
No toleraba más la falta de proyecto común. No había siquiera indicios de una futura convivencia. Ella con más de treinta años, anhelaba formar una familia. Y a pesar de la aparente negativa de él siempre se había considerado capaz de hacerlo cambiar de idea.
Este verano tampoco viajarían. Impedimentos laborales de él. ¿Excusas? Hacía meses que sólo compartían los fines de semana.
Algo se quebraba. Algo parecía indicarle el fin.
Bastó con un descuido de él.
El, Santiago, nada omitía en aquella confesión a su mejor amigo, desde hacía años residiendo en Nueva York. Sus propias palabras reconocían en Leticia a una gran persona, a una excelente compañera, pero la casi irreversible posibilidad de sentir alguna vez amor por ella.
Las lágrimas cubrieron su rostro, sintió que se asfixiaba, creyó desmoronarse, el pecho comprimido y su certeza ahí plasmada. Su viejo fantasma cobraba forma. El antiguo amor de Santiago había reaparecido azarosamente en su vida, y él nuevamente planeaba apostarlo todo.

14 de diciembre de 2009

Amiga

Ya sé que sentís que llegas tarde a todas partes. Que observas como la realidad pareciera estar ya definida, sentenciada, y no ingresas en ella. Si es todo tan raro desde aquel día.
Los colores no volvieron a ser los mismos, el aire no se respira igual, la música suena diferente. Si hasta los sabores cambiaron. El ritmo de la vida pareciera otro ...
Sin embargo, y a pesar de este sentimiento arraigado, ves que todo cambia, sin aviso, sin mera señal. Y no te adaptas.
Los cambios te cuestan, te costaron siempre (en eso nos parecemos mucho) pero hay algunos que hoy te resultan practicamente inmanejables. Como si ellos te manejasen a vos...
Mientras a tu alrededor, el resto se rearma vos no hallas los cimientos, ni la base sobre la cual construir, construirte...
Y pareciera mentira como transmuta, varía, se arma y se desarma todo a tu alrededor sin que tengas el tiempo de asimilar, procesar, darle el justo valor a cada cosa.
Pero, si hasta el mínimo logro se desmorona! Yo que he estado a tu lado siempre, lo sé de sobra, amiga.
Cuestan también las nuevas ideas, y las pocas que se atreven a asomar están sostenidas por los mismos y vulnerables cimientos.
Sentís que cada acción debe tener un gran fundamento. No barajas el hecho de “hacer porque si”, “porque hay tiempo” –para todo- porque sencillamente nunca pudiste verlo así. A veces un simple pasatiempo te genera ansiedad, como si el alerta, y lo urgente de todo lo vivido aún lograse que te manifiestes así.
En alguno de tus intentos desesperados, tomaste conciencia de la velocidad a la que venías. Velocidad dada por la alegría. Por ese volver a confiar que te otorgó el enamorarte otra vez, cuando todo y desde hacía tanto tiempo parecía nacer y morir en él.
Un por y para que, que ya no tenía base alguna y que sólo se sostenía por ese don que siempre tuviste para amar y entregarte al otro sin medir riesgos...
"En el amor vale todo y los de afuera son de palo" solían coincidir con él.
Si pudieses soltar y volver a empezar. Si lograras desaferrarte, si esta nueva despedida la convirtieses en aprendizaje y no en castigo. Ya sé, ya sé que lo vas a extrañar. Porque siempre te cuidó. Y a pesar de todo, lo entendiste siempre. Y en un punto están como hermanados.
Te cuestan tanto los adioses como los para siempre, porque suelen asfixiarte. Y la rutina te agobia, necesitas crear, necesitas sentir que cada día merezca ser recordado y a veces esa exigencia te impide “libre vivir”.
¿Y que como te viene costando todo?, no te preocupes, lo sé mejor que nadie...
Te quiero, yo.

9 de diciembre de 2009

Tardes de letras palermitanas

Quiero dejarles un relato, como tantos otros que vengo evitando o dudando publicar. Se trata de ensayos, cuentos, relatos, preparados para mis "tardes de letras palermitanas" de los miércoles.
Intentaré que este espacio continúe siendo "And what about Rochie's life" con algún que otro escrito como este, que de hecho ocupa mucho del tiempo que tenía pura y exclusivamente dedicado al blog.
Aunque uno jamás deje de escribir desde uno. Aquí uno de los intentos.
Nota al pie: tenemos en cada caso consignas que respetar, aunque por supuesto con mucha libertad. Cuando quieran les cuento más.

Un beso grande a todos.

Un sentir de a dos
Ambas eran inocentes. Víctimas del dolor que les inventaron. Las unió el horror, en medio del caos, del encierro. Rodeadas de almas desoladas, sin rumbo ni esperanza, con miedo a todo. A la vida misma.

Aliento químico, anfetamínico, inventado para venderles felicidades exógenas.
Sin embargo, aunque la imagen fuese vaga y se desdibujase ante la insistencia de un diagnóstico erróneo que los mismos familiares admitirían, existía la promesa de un después. Retomar las riendas de la propia vida, cuando las tomaron por nosotros no es simple y para ellas tampoco lo fue. El encierro hermana y después también se sienten las ausencias. Salir al mundo significaba también, salir a la ficción. No sólo al “teatro de la vida” sino a aparentar un bienestar cuando lo que predominaba era: incertidumbre, temor, inseguridad.

¿Sería muy difícil desembarazarse de tanto rótulo, de tanta etiqueta adquirida?.¿Volverían a confiar en ellas mismas?
Muchos ahí dentro pensaban en la muerte como única salida.
Sus mentes no cesaban. Cada despertar era un tormento, las preguntas existenciales...
Lo cotidiano se volvió engorroso y el presente inmanejable. Pocas no fueron las situaciones, todas superpuestas, difíciles de procesar. Pero la quietud no le ganó a la inquietud y la búsqueda fue irrefrenable, el comparativo inmanejable, y la experiencia ajena muy distante.

La multiplicidad de caminos sin embargo no trajo la solución. Adentradadas en un viaje mucho más laberíntico y profundo que el de un viaje en sí, llenas de nostalgia y recuerdo, unidas por el espanto.
Con el tiempo cada encuentro se transformó en “un miedo de a dos”. No existía sostén ni memoria de algo grato. Debían contarse como habían sido “antes de”.
Si tan solo hubiesen podido dejar atrás la huella ocasionada por tanto dolor. Bastaba con un primer paso para avanzar, porque no avanzar también era retroceder. ¿Es que acaso lo única solución para ambas era “la distancia”?

1 de diciembre de 2009

Quereres

Y cuándo menos lo imaginaba, cuándo menos lo premedité supe de vos y, ¿hubiese sido mejor ignorarlo todo?, ¿qué te detuvo?, ¿qué te cambió el rumbo?, ¿qué lo definió?, ¿qué retrocedió?
Una vez más intuir y no fallar. Cuánto hubiera deseado otro final, casi tanto como hubiese deseado equivocarme. Nos conocíamos tan poco y sin embargo sabías, sabíamos tanto. Una tercera voz vino a confirmarlo.
Desde que te fuiste las tardes transcurren iguales, nada ni nadie pareciera detectar tu ausencia. Y yo, yo sigo estando. A la misma hora, en el mismo lugar, fingiendo distancia, pensándote. Ahí, como me conociste. ¿Detenida?. Extrañándote.
¿Sabés? ya son varios los quereres, las no menos difíciles pausas. Los infinitos hilos invisibles que pesar del tiempo, acercan distancias. Las horas que evitas quererme. Un arte que no domino. Sí fue tan lindo amarnos. No, no funciona el desapego. ¿Qué me convertiría en una experta?, ¿Tu aparente distancia?. No, tal vez los descuidos digitados, la indiferencia.
Y te extraño, sí te extraño. Tal vez no a vos, sino a la idea de vos. Y me guardo: tus fotos, tus letras, lo que dije, lo que dijiste, todo lo tuyo. No puedo soltarlo. Los meses pasaron, la cotidianeidad se volvió extraña. Pero te amo como desde el primer instante. Porque fue mirarte y quererte, aunque en vano haya intentado remediarlo

 
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