30 de septiembre de 2011

Presente abstracto


Interpela
Impera

Cuál dádiva fue hallarte
Prodigiosa remembranza

Malgastamos el tiempo
------------------------- -------huyendo

No quedan ya vestigios

y sin embargo
mi yo todo te evoca
mi amor por vos se conjuga

Sabe de silencios

Relumbra
Insiste
Vence

Revive

24 de septiembre de 2011

Calles

Esta calle, la que por casualidad desvío o certeza, indica mi refugio. De azares o destinos. Qué o quién, así lo quiso...
Tantas veces transitada; cercana; lejana, cuando lo insondable me llevó a pensarme tan lejos.
Y pudo haber sido Juez del Valle, al pie del Curruhinca, con la orilla de mi lago tan cerca; o aquella frente a las vías donde el sol se calla con pereza, el aire huele a lavandas y eucalipto, y un río de luna plateada me hubiese permitido descansar en tu horizonte. Cuando aún no éramos.
Y es y sigue siendo aquella, altiva, la que hoy finge ignorarlo todo, y permanece insolente ante las vicisitudes del destino. Y sin embargo fue piedad en los amaneceres juntos.
Me hablan los adoquines, las puertas y ventanas, las esquinas de testigos ausentes. Son en mí y soy en ellas. Susurran. Irrumpen en el instante efímero con las imágenes presentes de un pasado que nos hizo ser. Un ayer tan hoy, frente a presentes cuánto más lejanos.
¿Creés que Rincón sabía del fin? ¿Que Charcas disfruta en Los Adioses? ¿Qué Frey nos dejó? Jamás supe el nombre de aquella que sí quiso que fuésemos uno. La urgencia por tenernos; la que escuchó el primer te amo. La que cesó la espera.
Tal vez sean cómplices del último enamorado, y ya no recuerden nuestras voces y secretos al compás de pasos infinitos, procurando el olvido.
No sé si nos son fieles. Ignoran si nos hemos ido. Siento que olvidan.
Qué sendero será nueva ruta. Qué mañana del que todo ignoramos, nos será dado todavía...


Click aquí por "Las calles de ellos".

16 de septiembre de 2011

Leyes transitivas

La escalera la conocíamos; nos era habitual, formaba parte seguramente del día a día; pero en verdad no era esa que los dos sabemos de memoria, ni ninguna otra que hayamos visto.
De algún modo te las ingeniabas para que, detenidos detrás de la puerta, pudiésemos permanecer unos minutos en el descanso: juntos, de pie, abrazados; sin poder evitar los besos, que eran los primeros. Sin embargo, no éramos extraños.
Tampoco recuerdo como seguíamos. Cómo seguíamos después de ese cambio. Cómo afrontábamos la mirada de los otros.
Sólo sé que voy y vuelvo, como le escribí hoy a ella. Que a veces no tenés nada que ver conmigo, ni con lo que sueño encontrar en un alma par, y sí todo lo contrario.
Te siento chiquito, frágil e indefenso, detrás de un disfraz, que desde que la vida nos cruzó, te has ido quitando. Vulnerable. Ambivalente.
Ya no sé cuándo fue que fue. Que no me sorprendió que compartiesen ni el onomástico, ni un pasado común en ese país que yo también tanto amo, ni el animal que cambia cada doce años, a pesar de lo poco que confío en esa otra astrología; y una vez más ese rasgo...

Creo que te lo dije inmediatamente. Que me sorprendí y no. Que fue como si de antemano supiese, que había algo más en común entre ustedes, que que ya fuesen importantes en mi vida. Que no fuese la nostalgia sino el asombro. Que ya no doliese.
No es la primera vez que pasa. Si alguien me refiere a un otro. Algo del pasado compartido con ese otro, va a ser común a los dos. Sería justo. Ojalá que sí.

11 de septiembre de 2011

Deshoras


Había cierta indeterminación, un modo de incertitud.
De pronto, el ímpetu ineludible me llevaba a saltar entre plataformas circulares de una fuente, en medio de una gran piscina, y un paso tambaleante me sumergía en el agua, vestida. Completamente vestida.
Me lo confiabas. Vos y tu amigo lo habían hecho desde siempre; deleitarse con la bebida de los otros huéspedes del hotel, en el descuido de la noche. Me sorprendía tamaña indecencia para aquel tan creyente, tan rotundo en sus juicios unánimes. La sed era impostergable.
Sería ese nuestro primer amanecer.
Una cama enorme dejaba entre nosotros varios cuerpos de distancia. No esperabas mi regreso; acurrucada del lado derecho tomaba conciencia de la distancia insondable, de tu desafección.
Del amor ya hacía tiempo, como hace tiempo ahora.
La mañana de domingo era gris, ese gris espeso y húmedo que anuncia la lluvia inminente. Las pocas horas de sueño entorpecían las ganas.
Comercios de muchos colores abiertos en las más tempranas horas.
No vuelvas a los lugares adonde fuiste feliz. Nunca pude volver al Mercado del Puerto. Hería la distancia, el desamor.
Aquellas manos extraían sonidos de las cuerdas, y me devolvían a un tiempo lejano.
Todo era cotidiano. La cotidianeidad extraña a la que transportan los sueños. Ese pasado implícito que en verdad no teníamos, que en realidad no fue.

2 de septiembre de 2011

Misterio diáfano


Revelan, avisan, señalan incipientes su lugar en el calendario; se inmiscuyen en el presente ostentosas de su fama, imponen el comparativo innecesario. Retrotraen, sustraen; distraen del cotidiano ahora, para restituirnos a un ayer, con todo el bagaje que define, frente a un huidizo y tal vez precario presente; abismo sin dirección que aún no nos determina.
Certeros del ayer vibramos en un hoy irresoluto, sujeto a la merced. Me atrevo a decir que ayer fue y hoy será. Será cuando haya sido.
Qué fue tu aparición casual, tenaz, que aún se resuelve perenne a los avatares. Incesancia de mañanas imprevisibles...
Presagio. Sin orden ni intención, sin reflexión determinada.
Qué ventura te dispuso en mi recorrido alterado, discontinuo, interrumpido de vos. Qué restó. Qué modificamos en el desplazo.
Las fechas no son inocentes. Orden ficcional, acción o inacción que hoy converge en este presente unánime y entona la incógnita de una suma de imperfectos que te evocan.
Sos en mí, intacto, impune, querible.
Simplista y efectista creer que hayamos hecho lo que hayamos hecho el camino futuro sería éste.
Unidos; labrados; distancia que se sortea en tus palabras que me saben de memoria, frágil. Contradictoria.
Afecto, complicidad, valentía, perdón, fuerza, que no es cenizas ni destino, que es cuando te pienso y te traigo y me vierto en la imagen que conservamos, viva en nosotros, que llevo a todas partes en su rigor laudable, que recrea y revive.

 
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