19 de octubre de 2011

De mitos y creencias

Del ideario propio, o del imaginario colectivo; imponen confiar; resguardan un hoy cautivo, con la mirada puesta en el mañana nuevo que no por azaroso e incierto, no anticipa positivo.
La víspera de un futuro que lo compensará todo; la vuelta de la esquina que otorgará aquello por fortuna antes negado; en la hora equívoca, en el camino errado; en el amor que no fue porque mañanas más ventajosos nos serán dados. En nuestra bitácora del tiempo.
Sinfín de pasos que no condujeron a ninguna parte. Vano ahinco.
Decir adiós jamás fue perder, y sí la convicción de saber que se trataba de lo mejor "por si acaso". Historia que se escribió, sin razón de haber sido. Encuentros causales.
Presente testigo de un tiempo que valdrá la espera, la pausa, los paréntesis.
Minutos que justificaron una eternidad vana e inconclusa.
Los fines que no deseamos. La partida a destiempo. Las deshoras.
Estamos en el lugar justo, en el momento indicado. Infalibles.
Porque solo fue lo que debió ser. Porque merece el olvido, y evidencia las razones; no se detiene en ellas, mira hacia adelante con la misma fuerza de antes, con la esperanza intacta y el alma sin grietas. Sin el desamor a cuestas.
Que están los que deben estar, si vacilación ni titubeos. Los mejores. Aunque aquellos cuya ausencia nos habita, ignoren nuestras huellas.
No hay falta que justifique el pesar. Porque todo lo que fue, debió ser. Porque el trayecto es terminante. Y no amerita juicios.
No existió el error y sí la experiencia. El significado. La justa intersección de caminos.
Y sos, significante de mi ser todo, de estas horas que no serán nimias. Sosiego aparente. Tardanza. Porque perdiste, pero yo también. Nos perdimos.
Los rastros del bien en el dolor, en tu temprano adiós, en las horas muertas, en el letargo, en tu descuido. En los sueños dormidos.
Que sea el anhelo. Que un insospechado banquete de dicha, oportunidades y concreciones, se nos tenga deparado. Que se devele el enigma.


Allá y acá están de jueves...

13 de octubre de 2011

Voces

Voces de otros días. Tu voz, que no volvería a oír, días antes de aquel veintisiete, que nos despidió certeros de un futuro entre las manos. La voz que dijo "Gracias, perdón y no me odies"; cuando sí fue la última vez que te tendría ante mis ojos, después de tanta vida. La que supo preguntar cerca de aquel mar de sal, cuál de los cuatro cajones de una cómoda elegiría: los dos de abajo, o quizás los de arriba; si en el caso del placard tomaría el lado izquierdo o el derecho. La mía, que respondió "intercalados", sabiendo que estaba recibiendo de ese modo la propuesta de una vida; de un camino de a dos.
Voces escritas. Voces sin rostro. Tu voz en el teléfono y mi silencio. Tu verdad.
Su voz cantando "al alba, quiero que no me abandones amor mío al alba", "y como pasa el tiempo, que de pronto son años; te doy una canción de madrugada, cuando apareces el misterio del amor"...
Las voces de los fines implícitos, tácitos; que nos dejaron taciturnos en la vuelta de algún camino escrito, o misterio del azar.
La que justificó todo lo vivido...
Su voz, la de tu madre, que anticipó lo que ya sabía. No estabas. Ya no estarías. Tu última voz, que me pidió tiempo para que el año 08 fuese de disfrute sí o sí. Y te callaste para siempre. Y hoy quiero oírte. Por eso a veces voy y te hablo, y me quedo ahí con vos. Cerca tuyo.
Quisiera saber qué palabras hubieran acompañado los avatares, si esa voz, su voz, que deleitó a tantos sin diferencia de generaciones, hubiera estado ahí conmigo. Si no te hubiese tocado irte en el medio de mi historia, entre lágrimas y euforia pienso en tí; vida y muerte sólo dos palabras...
Qué hubieras pensado, sentido. Cómo me hubieses acompañado, aconsejado. Si lo hubieses querido. Era tan igual a vos. Y sin embargo, no creo que haya sido el ser que eligieras para tu hija. Si hubiese sido tan difícil todo...
La voz de tu hijo, hoy escrita, confiándome su clave del éxito. La voz de tu Sebas, reclamando "¿y de tu vida qué?"
Las que no querré oír. Las que ojalá nunca lleguen.
Las de aquellos que jamás vimos y sin embargo están aquí, al lado.
Tu hermano sujetándome en el abismo, con todo un océano en el medio.
Cuántas veces restará decir te amo, cuándo fue la última vez que lo dije. Cuántas otras no me atreví, o no lo supe a tiempo.
Las voces que viven dentro nuestro, a pesar del tiempo y la distancia. Aquellas que hablan de los sueños, del miedo; las que alertan; las que desoímos. Las del silencio. Porque él, él siempre nos habla en el silencio.


Reunidos en casa de él y por allá también.

6 de octubre de 2011

Los jueves un relato


Los que confían en que la oportunidad de cambiar existe
Los que llegaron tarde a todas partes

y sin embargo siguen creyendo en que alguna vez será
Los que sin olvidar perdonan
los que perdonan de modo tal que logran olvidar
Los que saben de cambios pero no se atreven a enfrentarlos
Los que no estuvieron en el momento justo,
ni en el lugar indicado
Los que se quedaron solos
Los que saben vivir cada día como si fuese el único
Los que caminan sus ciudades con el entusiamo de los viajeros
Los que perdieron una y mil veces
Los que aprendieron a remar entre grises
Los que confían en que no hay mal que por bien no venga
Los que conocieron el infierno y hoy están acá
Los que confían que habiendo sido vencidos,
aún así han triunfado
Los que no tienen miedo a la incertitud
Los que aman lo que hacen,
los que hacen lo que aman
Los tristes por amor

Los que saben de fines
Los que se quedaron con todas las fichas,
cuando los demás comenzaron a jugar al ajedrez
Los que aceptan lo que viene,
pero no se resignan a cambiarlo
Los que creen que aunque todo tiempo pasado fue mejor,
lo mejor aún no llegó
Los que están siempre y a pesar de todo
Los que perdieron al ser que más amaron
Los que dicen lo que piensan,
los que sienten lo que dicen
Los que disfrutan de tus logros,
aunque estén viviendo el peor de los fracasos
Los que saben ser felices y volver a empezar
Los que ya no son felices
los que nunca lo fueron
Los que creen que todo es por algo
Los que ya no ven...
Los insomnes
Los utópicos
Los libres
Los que se atreven
Los justos
Los distintos
Los que nunca se fueron,
los que saben regresar
Los que han sufrido un gran dolor

y hoy saben que pueden sobrevivir a todo

-------------------------------------Los héroes anónimos...
Hoy estamos aquí , en su balcón

2 de octubre de 2011

Hoy

La única anormalidad es la incapacidad de amar.

Anais Nin


Hoy quiero andar, andar como a veces antes; caudales de calles, maratones de  imágenes. Respirar el sol; es primavera y hay brillitos en el aire. Y no estar apurada ni preocupada por nada, ni por volver ni por nada, y que no de miedo el cansancio ni que a cada paso te aparezcas vos, por estas calles que jamás caminaste, y que ya no estés como antes, como ahora que ya no estás porque no querés, porque nos castigaste. El amor lo mataste desde siempre, no lo dejaste ser, pero yo te quería mucho. Mucho de verdad. Disfrutaba de cada cosa que hacíamos y del amor, porque yo creo que sí sentí amor, que sí llegué a sentirlo. De esos que no tienen tantas chispitas ni tantos miedos y que nacen cuando dos están muy cerca. Lo matabas sí. Pero a veces yo lo acurrucaba, le curaba las heridas, lo protegía de vos que no querías saber de él, y nada. Lo hemos charlado tanto. Seguro se cansó. 
Las últimas veces fue como si algo me cubriera; jugaba sin darme, no lograba las formas. Sé que no te dabas cuenta pero yo sí. Algo cambió. Se perdió. También lo supe cuando me colmaste de besos, de besos infinitos como esos que se les dan a los nenes. Me diste a montones, y yo también. Te abracé muy fuerte y no sabía que no vendrías, pero algo pasó, sospeché que todo este camino nuevo no te lo iba a contar, ni éste ni todo lo que pasó sin que estuvieras. Un poco que me cansé de casi todos, por eso ahora basta de homenajes, y no me pone triste. Me quiero yo, me cuido yo, porque me descuidé, dejé que entrasen personas que jamás debiera haber dejado llegar. Qué me voy a creer. El que te alaba te disminuye. Es verdad. Siempre me costó entender esa frase, siempre, y sin embargo es cierta. Te acordás cuando no podía ir a ninguna parte, bueno, es una forma de decir, porque no podía estar, no podía con un segundo de mi existencia. Estuviste cerca pero no creo que hayas sabido lo que tenía adentro, creo que nadie lo supo, era la insoportabilidad del ser, de existir, de sentir desde el roce del viento hasta el peso de las sábanas. Costaba estar de pie, sentada, acostada, costaba todo. Costaba vivir, nunca nada había sido tan cuesta a arriba. Sin embargo ese día era tu fiesta, y no podía fallar, quería estar con vos y nada más que eso. Cada instante previo, cada milésima de segundo fue un suplicio. Creo que después fue lindo, después de después claro, porque yo me iba a mi lugar en un grito de auxilio, un intento de salvataje. También allá costaría ser. Estaba cansada, es que sólo necesitaba eso, descansar sin límite para resurgir. Sabés que ya no me acuerdo cuándo fue que fue que me empecé a animar, cuándo me vine llena de papel, y el río volvío a estar en el medio. Parcelándonos. Volví llena de papel, sí; de arena, de sol y sal; de él, y su allá estaba cerca y todo se volvió causal y fácil, y había miedo pero menos, y sonaba todo el tiempo su "Mensaje del alma", daba fuerza, y aún hoy es como un mantra de todos esos meses hermosos, donde no dudaba en entregarme, en confiar y creer en la magia de los encuentros, y la sincronicidad de las cosas que nos pasan. Pero nunca entendí por qué no quisiste, por qué lo matabas, ni siquiera querías que nazca. Ya te dije lo cuidé yo, era nuestro, pero también era mío y no se merecía tanto daño, para eso ya estaba yo, tan vulnerable, tan permeable a todo, que no te dabas cuenta que prefería morirme, que no creía en nada. No sé si te extraño, creo que lo lograste. Querías eso, no. Si nos salía bien vos te ocupabas. Había que perder de nuevo. Hoy estoy tan lejos, ya no sé de vos, si ahora sí querés a alguien, si algo de lo que tuvimos lo extrañás, porque de verdad que esto pasó siempre, pero nunca así como ahora, y me hubiera gustado estar cerca y que estés, pero capaz nunca te olvidaste que fuiste testigo del "colpo", y aunque no te importa no me perdonás. Sí, de ese, del que me tuvo enferma de espera y de pausa. Pero a vos te quería mucho, y capaz mucho más que eso. Te acordás cuando él nos avisó, cuando nos dijo "no tengan miedo". Porque a los amigos también se los cuida, porque a veces hace calor y tengo frío.

 
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